Frecuentemente sucumbimos a la tentación de presionar el botón de avance veloz, de saltarnos la página que estamos leyendo para ir directamente a la próxima. Como si saltar hacia adelante, de alguna manera hiciera que las cosas fuesen mejores, o más simples, o más emocionantes.
La belleza y la alegría de la vida provienen de vivirla. Avanzar o retroceder sólo sirve para hacerle trampa al maravilloso presente que por algo tiene nombre de regalo.
Vivamos la vida como viene. Vivamos realmente, de un momento a la vez. Encadenemos los hechos, uno tras otro. Escuchemos toda la sinfonía, de principio a fin, y disfrutemos cada pasaje. Observemos cómo cambian las sombras a medida que el sol se eleva por el Este y se desliza por el cielo cada mañana. Sintamos el frío viento en la cara, calentándose poco a poco.
Tomémonos el tiempo de escuchar, de conocer, de amar a los que nos rodean. Qué hermoso regalo constituye todo lo que existe, y la conciencia que tenemos de ello. Nutrámonos de cada partícula de la creación porque también somos parte de esa creación.
Cambiemos todo aquello que no se ajusta a la verdad para que disfrutemos de lo que se nos ofrece, sin condiciones. Cada vez que nos ocurra algo indeseable ejercitemos el poder personal y cambiemos hacia la verdad que es la armonía universal perfecta, la belleza, la bondad, la justicia, la libertad, la salud, la inteligencia, la sabiduría, el amor, la dicha.