Nuestro afán por tenerlo todo, ¿hace que no podamos tener nada en absoluto?
El deseo puede ser un poderoso motivador, y también puede ser una poderosa distracción.
Imaginemos comprar en el supermercado favorito sin un carro de compras.
Encontramos algo que deseamos comprar, lo tomamos y comenzamos a llevarlo hasta las Cajas. En el camino, vemos otra cosa que necesitamos y la tomamos también.
Luego vemos otra cosa, y otra, y otra más.
Muy pronto los brazos están tan llenos de cosas que todo se cae antes de que podamos llegar a las Cajas.
Hemos visto cómo se enfrenta a este dilema una familia que sale a tomar un helado.
El niño sufre eligiendo un sabor porque sabe que de esa manera deja de lado todos los demás sabores.
Sin embargo para disfrutar un helado debemos optar por un sabor, o dos o tres, dejando otros 15 de lado.
Así para poder lograr algo de valor, uno debe tomar la difícil decisión de dejar de lograr otro conjunto de cosas.
Las decisiones tomadas con persistencia, emoción y convicción tienen todo el poder y conducen al éxito.
La capacidad de decisión es capacidad de crecimiento y viceversa.
Un logro requiere foco, y el foco requiere definir prioridades.
Esto a menudo resulta doloroso. Aún así, es mucho mejor que la alternativa de una mediocridad desenfocada.
Seamos realistas y seremos verdaderamente efectivos.