La mayoría de los reproductores de discos compactos permiten recorrer rápidamente el contenido del disco, reproduciendo unos pocos segundos de cada tema y pasando rápidamente al siguiente, uno a uno. Es una manera rápida y sencilla de encontrar lo que uno quiere escuchar. Podemos recorrer todo un disco de 47 minutos de duración en apenas 95 segundos. Pero es una manera horrible de escuchar la música.
Tan a menudo tratamos de vivir de esa manera, probando esto, saltando súbitamente a aquello otro, llegando a un lugar justo a tiempo para irnos de él. Abarcamos muchas cosas pero por apurados, nos perdemos la belleza de la canción.
Pensemos por un momento en nuestra respiración. Cada CINCO segundos inhalamos. Luego exhalamos en DIEZ segundos. No podemos hacer hoy las respiraciones de mañana. No podemos vivir hoy de las respiraciones que hicimos ayer. Tenemos que respirar ahora, una y otra vez, con el ritmo sostenido y estable. Todo en la vida tiene una cadencia y un ritmo. Tratando de excederlo, nos lo perdemos. Hacer que la vida sea más rápida no hace que sea mejor. “No por mucho madrugar amanece más temprano”.
Este día es abundante; el ahora es suficiente. El mañana llegará a su debido momento. Hasta entonces, vivamos la profundidad del presente. Este momento es una hermosa sinfonía. No nos la perdamos tratando de correr; disfrutemos el presente que es la única realidad que poseemos, el pasado ya pasó y el futuro está en las manos de Dios, está en muy buenas manos y no hay porqué preocuparse por él.