Este día transcurrirá hasta el final, sin importar lo que hagamos. No podemos detenerlo ni aferrarnos a él. Lo que sí podemos hacer, es aprovecharlo al máximo.
Podemos optar por poner en juego el mínimo esfuerzo necesario para cumplir y llegar así al final del día y por supuesto, llegaremos. El problema será mañana, porque hoy terminaremos en el mismo lugar en el que empezamos, con otro día por delante.
Nos conviene hacer que este día valga la pena. Hagamos el esfuerzo de lograr algún progreso en nuestras cosas. Sabemos lo que hay que hacer. Sabemos lo que deseamos conseguir. Este es el momento de hacerlo.
En lugar de "esperar que pase" concentrémonos en "hacer que suceda". Pensemos en algo, por más pequeño que sea, que podamos hacer hoy para mejorar el mañana y luego, hagámoslo. Sin duda tenemos el tiempo y la energía necesarios para un pequeño paso; pensemos en lo que significaría.
Una vez en movimiento, no se requiere tanto esfuerzo para torcer el rumbo y enfilar hacia adelante. La misma energía que usamos para seguir hacia el sur necesitamos para seguir hacia el norte. Tomemos el timón de nuestra vida y cambiemos el rumbo hacia mejores metas; solamente nosotros podemos cambiar lo que convenga cambiar; pero tiene que ser aquí y ahora, en el presente que es la única realidad que tenemos. “Quien vive el presente vive la eternidad” porque el presente no tiene principio ni fin, es eterno