Démonos el tiempo necesario para lograr lo que queremos.

Con paciencia y perseverancia es posible lograr casi cualquier cosa. La única manera de no alcanzar el objetivo, sería deteniéndonos antes de llegar. Si aún no estamos allí, sigamos avanzando. Qué desperdicio sería frenar justo ahora. Tener que comenzar de nuevo demandaría más tiempo aún. Sigamos avanzando. La distancia que separa al éxito del fracaso es de sólo un paso. Movámonos hasta el punto en el cual estemos listos para dar ese último paso, el que nos lleva allí donde deseamos.

Podemos admitir la realidad sin que eso signifique admitir el fracaso. Aceptar que las cosas son como son no nos impide modificarlas. Sin embargo, apenas veamos claramente y admitamos nuestras propias debilidades, estaremos comenzando a hacer algo al respecto.

Nadie es perfecto. Todos cargamos con nuestros puntos débiles. La diferencia entre el éxito y la desilusión radica en si los propios defectos son un punto de partida o una excusa. Hoy, nuestra vida es una realidad y tenemos la capacidad de cambiarla. Para ello, primero debemos verla tal cual es. No podemos llegar a donde queremos ir si no sabemos dónde estamos.

No es excusa para darnos por vencidos, es un desafío por transformar lo que sea necesario. Somos lo que somos y tenemos todas las capacidades necesarias para ser lo que deseamos ser. Si decidimos aprovecharlo al máximo, el poder personal nos conducirá hasta nuestros objetivos.